Las líneas que ubican la frontera entre lo justo y lo injusto; lo
moral y lo legal, muchas veces se sumen en una neblina tan espesa como la viga
que tiene el ser humano en su propio ojo y que se engrandece a medida que le conviene a aquél para, no hacer la
vista gorda, si no pasar absolutamente de un mínimo examen de conciencia que le
reubica o encauce de nuevo en el recto camino, al menos en el camino de la no
beligerancia con los que forman parte de nuestras vidas, cercanos o más
lejanos, pero en cualquier caso copartícipes de nuestra existencia. El hombre,
como ser individual, es punto de partida de los más interesantes planteamientos
antropológicos e incluso teológicos, pero hay fronteras que se deben tener
claras por el bien del prójimo, que al final es bien nuestro, pues quien hace
daño al final es el que más sufre. Es un común denominador en el crisol de
morales religiosas de la humanidad: unos lo llamarán justicia divina, otros
karma, otros… Qué sé yo, pero como dijo Ulpiano, refiriéndose a los principios
inamovibles y que por propia conciencia se aceptan como tales “Ius Naturae ist quod animalia racionalia
docuit” el problema es cuando el concepto animalia racionalia en nuestros
días se diluye y a veces un can parece tener más racionalidad y sentido común
que su dueño.
La consciencia no es un sujeto autónomo [1], el pensar que es autónomo
sería abrir el camino a su propia absolutización y posteriormente a un
idealismo sin sentido, pues llegaría a concebírsela como un sujeto único de
todos sus contenidos. Eso considero que es erróneo, siguiendo las palabras y
reflexiones del Cardenal Karol Wojtyla antes de ser elegido Papa en la obra
referenciada en la nota a pie de página. De hecho el Luciferismo nos dice “Homo est Deus”, sería el corolario del
erróneo camino antes mencionado.
Criticar, dar “sermones” sobre lo que debe ser la vida de los
demás, todo ello para auto complacerse y, cual placebo maligno, evitar tener
que hacer examen verdadero de conciencia de nuestras propias injusticias, las
que cometemos nosotros, nuestros defectos, todo ello, está al orden del día.
No será aquí que niegue yo que podemos cometer errores y que
muchas veces nuestros amigos y conocidos se encuentran en conductas que no son
las correctas y es honrado dar la señal de alerta acerca de éstas, pero… La
conciencia, la Fe (si se tiene), la moral, llamémosle como queramos, debe guiar
nuestros actos no por simple prudencia, sino por el cariño que debemos tener a
esa persona que, a nuestro entender yerra.
En el Evangelio según San Mateo (18, 15-20) se nos dice:
“Si tu hermano
peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu
hermano.
Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos.
Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.
Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá.
Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos".
Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos.
Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.
Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá.
Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos".
Muchas
veces, vemos que el problema surge (y es un dato que no se debe pasar por alto,
en mi humilde opinión) de la multitud: cuantos más somos, peor. Es como si nos
degeneráramos, en el sentido psicosocial freudiano[2] unos
con otros “leviatánicamente”, por
emplear una palabra que recuerde a Hobbes, frente a Rousseau.
El propio
Papa Francisco [3]
en la misa celebrada en la mañana del sábado 13 de abril de 2013 en la Capilla
de la Domus Sanctae Marthae, habló de muchos puntos relacionados con el hecho
de la “habladuría” y su efecto nocivo, pero es curioso el hecho de que
acertadamente como no puede ser de otra manera, señala que el problema surge
paralelamente con el crecimiento cuantitativo en los primeros días de la
Iglesia Católica. Se cita el pasaje de los Hechos de los Apóstoles (6, 1-7) en
la citada Misa, en el que se nos dice que los de lengua griega murmuraban
contra los de lengua hebrea” porque en la asistencia cotidiana se desatendían a
la viudas. Cuanto mayor es el número, mayor es el efecto psicosocial en la masa
y normalmente –y recuerdo de nuevo a Hobbes- no suele tener mejor efecto lo bueno,
sino lo malo. La maldad siempre se abre paso entre la vegetación “in hac lacrimarum valle”. Algo debieron
hacer los Apóstoles, y así fue, pues Éstos convocaron al grupo para dialogar,
palabra que hoy en día se usa mucho de manera inversamente proporcional a lo
que verdaderamente se respeta. Cuando hay dificultades hayt que afrontarlas; no
esconderlas. Como dice Su Santidad en esa citada Liturgia, se trata como de la
labor del portero de un equipo de fútbol: recibe el balón de donde venga. No
vale decir que no a un balón que venga raso, porque se le da bien y uno alto,
no. Todos o… Gol. Está claro que nuestra portería está desierta de portero y
los balones entran por doquier. La labor de los Apóstoles era la oración y para
atender a las viudas, se crearon los diáconos. No aplazaron la propuesta, ni la
“traspapelaron”, la afrontaron. No hay que tener miedo a los problemas, esa
frase resuena armónicamente junto al eco de las palabras de San Juan pablo II
en ese enérgico y sempiterno ya “No
tengáis miedo” que a día de hoy aún me pone la carne de gallina. Maquillar
la vida, como señala el papa, no lleva a nada, la vida es como es y hay que
afrontarla y, si es como cruz, hay que sentirse dichoso y agradecido de poderla
llevar, cuántas veces nos hubiera gustado ser Simón de Cirene en ese Via Crucis
que tanto significa y tanto representa para la Humanidad, incluso para los no
católicos y simplemente por curiosidad. Las religiones, todas ellas llevan
mensajes que apelan a la conciencia y corazón del hombre, no son tan distintas
como quieren algunos. El Ecumenismo ahí juega una gran responsabilidad, bueno,
al menos debería. Y esto ya se vio en los ojos y corazón de un hombre del siglo
XIII, el Beato Ramón Llull, poniendo una primera piedra, aunque fuera reflexiva,
sobre la labor ecuménica.
La
Humanidad siempre tiene una mancha en forma de lacra, una maldad que va
inherente a la conciencia… No está de moda creer en el Diablo, en el Maligno,
pero el Maligno existe aunque miremos a otra parte, como el portero de fútbol
ocioso o irresponsable. Está allí y hay que estar alerta. Si los hombres y
mujeres ante hechos que cogen como pretexto quisieran ser verdaderamente
Hermanos, y en ese concepto no hay catolicismo, éste abarca desde la Masonería,
hasta lo más oscuro: hay órdenes como la Ordo Templi Orientis, la Astrum
Argentum, o incluso las Satánicas que hablan de “frater” al referirse a los miembros de esa congregación, pero… Qué
fácil es apelar al “derecho de Hermano” sólo cuando conviene mientras que
muchas otras veces se nos lleva a hacer “el primo” con actitudes y obras que
nos obligan a reflexionar y tener que mentalizarnos de un binomio necesario “caritas sed prudentia”.
Es muy
fácil injuriar, alimentar el rumor y hacer mal a una persona sin que ni
siquiera ella lo sepa (ese es el “deporte” más practicado, pues es gratis, pero
sus efectos son humana y públicamente devastadores). No hablo sólo de moral
Señores, el propio código penal condena en su art. 208 y siguientes la injuria
y la calumnia. Y tengamos en cuenta que no distingue entra falsedades y
verdades, pues la verdad también mal usada puede hacer mucho daño si se usa
malignamente.[4]
Imaginemos
un asesino, que ha cumplido con su pena y se ha rehabilitado, fue un hecho
desafortunado y execrable, pero juzgado, condenado y dicha condena cumplida. Si
diez años después de su libertad, cuando quiere recomponer su vida siempre le
ponemos la espada de Damócles sobre él diciendo “ése fue / es un asesino,
porque … (etc. y ya sabemos que ese etc. nunca es fiel a la verdad sino muy al
contrario malintencionado y con la mayor carga posible, pues parece ser que
quien lo dice, cuanta más gravedad resalte del hecho en sí mayor atención
recibirá). Por eso titulo este artículo con el “Qvo vadis conscientiam” Si
realmente preferimos escuchar lo malo del prójimo –ya no hablar de lo malo de
la gente-, qué podemos esperar, qué hacemos, a dónde vamos co nuestra
consciencia. Produce mucha tristeza y es cierto que la Justicia humana siempre
dista mucho de la divina, no somos Dios, pero… si ya ni la tenemos de
referente, perdemos el rumbo y sin rumbo nuestra sociedad va a lo que va. No
hace falta hablar de programas que ocupan franjas horarias de más de 6 horas y
se dedican única y exclusivamente de ventilar rumores, mentiras o verdades hirientes
de la vida de los demás… son franjas horarias de éxito de audiencia, lo cual
demuestra que nuestra sociedad tiene un cáncer.
Para
terminar, permítanme que lo haga con algo que me sucedió a mí. Veía un programa
en el que un conocido presentador de humor o de los mal llamados programas de
humor entrevistaba a un hombre de lo más ridículo que decía ver ovnis y
ángeles, y otras lindezas, era –debo reconocerlo- de los más esperpéntico y
ridículo, un verdadero homenaje a Valle Inclán (por lo esperpéntico). Yo reía
sin parar y un hombre a mi lado de más de 60 años miraba serio el programa
conmigo… lo miré y sólo su cara de descontento y cierta tristeza me hizo parar
en seco mi risa. Le pregunté “qué sucede, ¿no te gusta? “ me contestó, en este
programa se están riendo de un pobre hombre que no es consciente de su
ridiculez, me lo dijo sinceramente y con tristeza: me avergoncé de cada segundo
que había pasado riéndome a carcajadas de lo que se emitía. Me sentí triste y
muy avergonzado de mí mismo. Era un programna concreto y de esto hace tiempo:
ahora ya no hablamos de programas, por desgracia, ya hablamos de canales de TV.
Ojalá
cambiáramos, ojalá nuestra sociedad se sometiera a la globalización, sí , pero
a la globalización del amor al prójimo, de la caridad, de la condescendencia y
respeto mutuo… Pero parece que lo otro es más cómodo. Sin duda tenemos la
libertad de elegir, pero con responsabilidad. Eso da miedo y no sólo lo
recuerda Erich Fromm en su libro “el miedo a la Libertad”. En palabras del
propio Fromm, el hombre es a la vez lobo y cordero, de nuestra libertad a
elegir depende… Pero debemos asumir las consecuencias: sociales, morales,
religiosas, etc. Nada es gratis.
10 de septiembre de 2014
[2] “Psicología de las masas” Sigmund Freud, Alianza Ed.,
S.A, Madrid 1970
[4] Si es verdad que opera la “exceptio veritatis”, ésta consiste en
que, si el acusado de injuriar demuestra que lo que dice es verdad, no tendrá
responsabilidad penal, ni civil, pero… Cuidado, sólo en el caso de que la
acusación o rumor emitido fuere sobrela actividad de “funcionarios públicos” y
sobre “hechos concernientes al ejercicio
de sus cargos o referidos a la comisión de faltas penales o infracciones
administrativas”. Muchas veces decir la verdad en forma de rumor puede hacer
tanto o más daño que mentir con animus
laedendi.