viernes, 14 de febrero de 2014

Un tazón de madera

Un tazón de madera


Este texto no es original, ha sido cogido de una fuente ajena en su integridad


Un viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Las manos ya le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.

La familia completa comía junta a la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían de su comer un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba asir el vaso, derramaba la leche sobre el mantel. El hijo y la esposa se cansaron de la situación. "Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo, "derrama la leche, hace ruido al comer y se le cae la comida al suelo".

El matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí el abuelo comía solo, apartado del resto de la familia. Como había ya roto varios platos, le servían la comida en cuencos de madera. De vez en cuando miraban en donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos, mientras estaba ahí sentado solo. Las únicas palabras que recibía eran reprimendas si se le caía algo del cazo. El nieto, de cuatro años, observaba todo en silencio.

Una tarde antes de la cena, los padres observaron que el niño estaba jugando con trozos de madera en el suelo y le preguntaron qué era lo que hacía. El niño les contestó que estaba haciendo unos platos de madera para cuando sus papás se colvieran mayores como el abuelo, sonrió y siguió su tarea.

Sus padres quedaron perplejos, sin habla. Desde ese día el abuelo volvió a comer junto al resto de la familia en una única mesa.

Los niños son altamente perceptivos y además su corazón es noble y no ha sido vulnerado por las taras de la sociedad actual. deberíamos aprender mucho de ellos, así como de los animales más cercanos al ser humano, como los perros o gatos.





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